Chio. Cerámica

Me fascina tocar el barro, cómo se transforma en las manos y por sí sólo, con el tiempo: cómo absorbe la impronta de mis dedos en su sabia piel de sapo. Se deja moldear, no le gustan las prisas, materia agradecida y terca a veces; voy aprendiendo sus ritmos, sus tiempos, sus lenguajes.
El agua con el tiempo y al ritmo adecaudos, se va evaporando, la tierra modelada en pequeñas piezas va tomando dureza de cuero. Se aclara poco a poco la color de su piel; ahora es más mate su tono. Gana en fragilidad y pide fuego, lento, muy lento, FUEGO: Bizcochado.
Y otra vez, Fuego…
Apasionante lo que escupe en pequeñas gemas de mil y un colores el horno una vez completada la curva de temperatura, como si un volcán después de la erupción nos permitiera recolectar sus frutos.


Busco METAL. A ritmo de martillos, embutidores, tac, tac, troqueles, taladros, repujados…toda una orquesta de instrumentos a cuál mejor pensado y sutil en su tarea: las HERRAMIENTAS de joyería. Es como si me brotaran dedos de más para manejarme en un mundo de propósitos en miniatura: pinzas, compás, lupa, limatones, lijas, arandelas …y una vez más, el fuego y su poder de transformación: la Soldadura. Un buen número de ilusionismo.